No te agobies, pequeño pedazo
de sueños inocuos
por este Chile olvidadizo
que por olvidarte ni se inmutará.
Jamás, jamás esperes
que sobre tu cuerpo desgarrado
que alguna vez los recuerdos
fueron (insistentemente fueron alguna vez)
la solidez y la complejidad de la inmortalidad reconocible
por magnas tus hazañas.
Pero estás en tus destrozos refutado e incuantificable
en medio de la calle
porque ya no eres cuerpo
y no serás más que la nada jugando a ser
trozos de cosas sin alma.
Porque en este país de anhelos santos
un error puede borrar
sin misericordia
toda una vida de aciertos y verdades
de la noche a la mañana aunque la sangre
no pueda borrarse en las huellas del pago de tus mandas.
Jaime Antonio Guzmán